Aunque la obra de
Lygia Pape carece de perspectiva feminista, la traemos a este blog porque se trata de una figura clave de la renovación no solo del arte Concreto (término acuñado por Theo Van Doesbug), sino del lenguaje contemporáneo.
El pasado 25 de mayo se inauguró en el
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía la exposición “Lygia Pape. Espacios imantados”, un completo recorrido por la obra de una de las fundadoras del Neoconcretismo brasileño, que se podrá visitar hasta el próximo 3 de octubre.
La retrospectiva toma el título de una serie fotográfica que Pape realizó en 1960 “Espacios imantados”, una colección de registros de acciones cotidianas susceptibles de activar la interacción social espontánea. El diálogo con el público y la visión social es una de las claves que apartan el arte brasileño de la abstracción europea. Desde este punto de partida se puede interpretar la tesis de la exposición en el MNCARS, que se inicia con obras de los años 50 como los diagramas de líneas “Tecelares” y termina con Ttéias (1977-2000), espectaculares variaciones de hilos dorados que atraviesan el espacio transitando hacia la poética de la abstracción espacial.
El devenir de la obra de Lygia Pape arranca de seriaciones geométricas y continúa con cuadros de pequeños volúmenes en tres dimensiones. Tanto la geometría como la planitud de los colores, son propios de la abstracción europea, un movimiento que impregnó la alta cultura brasileña a partir de los años 50, cuando por primera y última vez, a consecuencia de la victoria de los aliados con los que Brasil había cooperado durante la II Guerra mundial, se invertiría capital privado en la modernización cultural del país con proyectos como Basilea y la introducción de obras del Concretismo europeo en nuevos museos.
Este es el contexto en el que se gesta el Grupo Frente (Rio de Janeiro 1953), al que pertenecían Lygia Pape, Lygia Clark y Hélio Oiticica entre otros. Si lo comparamos con el Grupo Ruptura (Sao Paulo, 1952), del que formaban parte Judit Lauand o Waldemar Cordeiro y con el que tuvieron serias digresiones porque perseguían la prevalencia de la forma y el cromatismo, la aportación de Frente es mas metodológica que formal, ya que valoraban su propia experiencia a la hora de crear, resaltando el propio “proceso” de realización.
Las diferencias entre ambos grupos se acentuaron hasta que, como los grandes movimientos de las vanguardias, un manifiesto acompañado de una exposición en 1959, dio pistoletazo de salida para una nueva propuesta que nace desde el grupo Frente: el Neoconcretismo.
El Neoconcretismo rompió la barrera entre el fondo y la forma, los límites entre el espacio de la obra y el espacio real y diluyó la frontera entre el arte racional y el arte emocional, principios que se intuyen en todas las obras de Pape.
Cuatro años después, con la ruptura del grupo Frente en 1963 y el advenimiento en 1964 de una dictadura militar, Pape se centró en la integración de las esferas ética, estética y política en el arte. Por su parte, Clark y Oiticica se enfocaron en interacción sensorial y la experimentación con la pintura fuera del cuadro respectivamente.
Aunque la penetración del arte en la propia vida se volvió una constante en todos ellos, Pape se volcó también en la búsqueda de la síntesis entre un lenguaje formal y narrativo y comenzó a jugar con la percepción colectiva e individual de los brasileiros, en cuya base se detecta una revisión de “El Manifiesto Antropófago" de Oswaldo de Andrade (Sao Paulo, 1929), que se hace llegar hasta fotografías tardías como “Manto Tupinambá” (1996).
En el discurso expositivo, la sala oscura con gigantes cilindros y prismas marca un quiebro hacia obras relacionadas con la Nova Objetividade brasileira (1967) y el el Cinema Novo. En el vídeo “Trio do embalo Maluco” (1968), tres individuos desgarran la membrana de los cubos monocromos que los encierran e irrumpen en la naturaleza haciendo sonar instrumentos tradicionales. “Caixa de baratas” y “Caixa de formigas” aluden a la situación económica de la poblacion.
Entre 1967 y 1960 la experimentación sensorial será una constante que tiene su expresión más obvia en los líquidos de colores que se ofrecen al visitante que acuda al MNCACRS para conocer a Lygia Pape, un genio del arte contemporáneo cuya obra se sustenta al margen de la leyenda.